Introducción:¿Por qué es imprescindible la liturgia en la vida del cristiano católico?
Dios creó a sus hijos a partir de una pareja -hombre-mujer- pero fue su deseo que a partir de esa unión se conformarán los seres humanos por multitudes incontables, como prometió más tarde al patriarca Abram, luego Abraham. Dios ha querido así llenarse de hijos para que poblaran y disfrutaran de las cosas buenas que proveyó. A cambio pidió que lo amaramos, así, todos, por multitudes, sin distinción de raza, región geográfica, lengua o cultura. Con estas multitudes Dios sentó la primera base de su liturgia: el pueblo como asamblea santa.
Somos uno en Él y Él, uno en nosotros
La oración universal del Padre Nuestro está, desde el principio hasta el final, proclamada con sentido de colectividad. Es una alabanza hecha al Padre desde la tierra al cielo, reconociéndolo -en plural-, pidiéndole el alimento cotidiano, urgiéndole que lave nuestras iniquidades, rogándole nos amuralle contra el enemigo sempiterno.
Al predicarla y enseñarla, Jesús no la estableció para invocación personal sino colectiva, como sociedad humana. Nos quiso reunir en torno a ella como conglomerado litúrgico, donde Él presidiría como excelso sacerdote.
Para esta monumental empresa Cristo no sube antes al Padre sin dejar a cargo de los hombres, de los suyos, las misiones pastoral, de evangelización y del culto ordenado conforme a los deseos del Altísimo, toda vez que el primitivo sacerdocio, en buena parte, falló en cumplir plenamente los propósitos divinos.

Pero Cristo, en la sapiencia, voluntad y amor del Padre y hacia el Padre, deja establecida, hasta su parusía, la Santa Eucaristía. Deja a merced nuestra y con propósitos salvíficos el consumo de sus divinos cuerpo y sangre, deja para la eternidad en un trozo de pan y un sorbo de vino su Santísima presencia, culmen de todo el acto litúrgico. Así, el misterio queda revelado y se encarna, se hace palpable y nos hace vivir diariamente el Santo sacrificio, de forma incruenta y además gratuitamente.
Evento sacro que es artísticamente plasmado y precedido por la Santa Palabra de Dios. Es el mensaje divino que libera, que, como ácido, corroe y expulsa las culpas humanas, que sana y acarrea una paz indescriptible, humanamente hablando.
Este es pues, un preámbulo apenas de los elementos y significado universal de la Sacratísima Liturgia que merece ocupar ambos ventrículos de nuestro corazón.
Ser uno con el amado
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero